miércoles, 20 de enero de 2016

Annus Horribilis (Resumen de la temporada 2015/16 - segunda parte).



Dejábamos la primera parte de este resumen con la plantilla configurada tras los movimientos de la agencia libre y el draft de 2015. Llegaba agosto, el training camp y la pretemporada. La prensa estadounidense colocaba a los Colts en lo más alto de la AFC. A pesar de descuidar un poco la defensa y sobre todo la línea ofensiva, Ryan Grigson le daba a Andrew Luck más y más armas para formar el ataque más letal de toda la liga. Andre Johnson, Frank Gore, Phillip Dorsett, T.Y. Hilton, Donte Moncrief, Coby Fleener, Dwayne Allen. Todos ellos destinados a formar parte de una ofensiva total. Partido a partido el globo se fue deshinchando con unos resultados que ya conocemos.

Pero volvamos al mes de agosto, cuando estábamos llenos de esperanzas y volcados con el inicio de la pretemporada. Tras los diversos camps en los que los rookies tuvieron la oportunidad de batir sus fuerzas e intentar destacar para hacerse un hueco en la plantilla, llegó la pretemporada.

Hay que decir que perder tres de los cuatro partidos que se jugaron en agosto no supuso, al menos para nosotros, una sorpresa o un toque de atención. En absoluto. Chuck Pagano no se ha caracterizado nunca por estar pendiente del resultado de un partido de pretemporada y, a decir verdad, el tercer partido, que dicen muchos que es el más importante de todos, se ganó. Se perdió contra los Eagles, contra los Bears y contra los Bengals. El que se ganó, fue contra los Rams. Hemos dicho alguna vez que es complicado hacerse una idea de lo que realmente es el equipo durante los partidos de pretemporada. Aunque el esfuerzo de los jugadores puede equipararse con el de un partido de temporada regular, el resultado es totalmente intrascendente. No hay que olvidar que los equipos titulares no suelen jugar más allá del primer cuarto, y durante parte de los encuentros se enfrentan plantillas muy diferentes. Lo único que algunos parecían sacar en claro, es que Matt Hasselbeck estaba acabado y no iba a ser capaz de suplir a Luck en caso de necesidad. Y se equivocaban.

No nos quedaban uñas ya cuando el jueves 10 de septiembre empezaba la liga. Los Colts tenían su debut el domingo 13. Se estrenaban contra los Bills, en Buffalo. La defensa de los Bills estaba proyectada a ser una de las más fuertes de la liga, sobre todo su front seven, por lo que era una prueba de fuego para probar esta nueva ofensiva estratosférica que Ryan Grigson había levantado a base de talonario y una primera ronda en el draft. Se perdió contra los Bills, y se perdió con contundencia. Un mal paso lo tiene cualquiera, decíamos algunos. La defensa de los Bills era una de las más duras que íbamos a encontrarnos y no había ninguna razón para entrar en pánico. La semana siguiente se recibió a los Jets de Nueva York en el Lucas Oil Stadium. El resultado no fue mucho mejor. Andrew Luck cometía estupideces de novato y no conseguía conectar con sus receptores. Las estrellas contratadas brillaban, pero por su ausencia. Y lo más preocupante de todo: la línea ofensiva era un coladero.

Dos derrotas consecutivas que nos llevaban hasta el primero de los encuentros divisionales, contra los Titans de Marcus Mariota. Se ganó el partido, por la mínima y tras una remontada de Andrew Luck en el último cuarto, pero a un precio muy caro. El propio Luck terminaba el partido lesionado (si es que no lo estaba ya antes). Matt Hasselbeck se puso el traje de QB una vez más y consiguió ganar los dos encuentros divisionales que quedaban en este primer tramo de la competición. Con mucho esfuerzo y un plan de juego rápido y sencillo, los Colts ganaron a Jaguars y Texans. La ofensiva total que esperábamos ver no aparecía por ningún lado.

Llegó el gran día, el partido que todo el mundo esperaba. Colts y Patriots volvían a verse las caras tras aquel asunto de los balones desinflados que tanto le gustó a la prensa norteamericana. Andrew Luck parecía recuperado de su lesión en el hombro y salió al campo como titular. Si la final de conferencia del año pasado pasará a la historia por el tema del deflategate, el enfrentamiento del mes de octubre lo hará por el 4th and dumb. Hasta aquel momento, los Colts estaban haciendo un buen partido y tenían oportunidades claras de ganar el encuentro contra los eternos rivales. Chuck Pagano decidió ponerse exquisito con una jugada demencial y el resto es historia. Empezaban a escucharse voces críticas que pedían su cabeza.

Tras este partido, derrotas contra Saints y Panthers. El ataque, a pesar de contar con Andrew Luck, no terminaba de funcionar. La defensa hacía lo que podía, lastrada por los turnovers y la ineficacia del ataque. Peyton Manning visitaría Indianápolis y había que hacer cualquier cosa para evitar que se llevara del Lucas Oil Stadium un par de récords importantes (yardas totales de pase y victorias). Así fue. Y volvió a ser una victoria carísima. El ataque funcionaba, y lo hacía contra la mejor defensa de la liga. Luck conectaba con sus receptores, avanzaba por tierra cuando era necesario y gestionaba el balón con más sabiduría que al inicio de la competición. En una jugada de carrera era golpeado por dos defensas de los Broncos, lacerándole un riñón y lesionando su músculo abdominal. No ha vuelto a jugar este año.

A partir de ese momento, luces y sombras en un equipo rodeado por el ambiente tóxico creado por Ryan Grigson y Chuck Pagano. Liderados por un Matt Hasselbeck que parecía que podía ser la respuesta a la lesión de Luck, se ganó a Falcons y a Buccaneers. El equipo jugaba y ganaba mientras su QB franquicia veía el partido desde la banda. Las voces críticas no habían descendido, pero muchos aún creíamos en el proyecto. Había tiempo para que Luck regresara a tiempo y no parecía que el puesto en playoffs corriera peligro.

La paliza que nos dieron en Pittsburg nos bajó los humos, pero aún quedaban los encuentros divisionales, que iban a salvar la temporada. Los Jaguars no estuvieron de acuerdo, y se vengaron de años y años de abusos por parte de los Colts. 51-13 quedó el marcador, por si alguien lo había olvidado. El encuentro importante era contra los Texans, que no habían ganado jamás en el Lucas Oil en toda su historia. Pues ganaron. A pesar de que la defensa respondía tras la debacle frente a Steelers y Jaguars, a Matt Hasselbeck no le quedaban trucos en su sombrero y fue incapaz de anotar más de 10 puntos (17 le hubieran dado la victoria).

Lo que quedaba de temporada ha sido una agonía que se ha alargado hasta la última jornada, con unos Texans que merecían ganar la AFC Sur, pero que no han pasado de la ronda de wild card.

Si a algo podemos agarrarnos, es a lo que se ha agarrado Jim Irsay a la hora de renovar a Chuck Pagano y a Ryan Grigson por otros cuatro años más: el partido contra Denver. En ese encuentro todas las piezas parecieron funcionar, contra un rival fuerte, con una defensa demoledora.

Se han hecho muchas cosas mal. El nivel de juego no sólo ha sido inferior al esperado, sino que ha sido paupérrimo. A excepción de algunas pinceladas aisladas y, sí, del partido contra Denver, la imagen que se ha dado ha sido muy mala. Las expectativas creadas ensombrecen aún más los resultados de una campaña para olvidar.

Se ha querido apostar por la continuidad con Chuck Pagano, pero se ha reestructurado el cuerpo técnico casi al completo. Ahora sólo queda mirar hacia adelante. Estudiar a fondo las necesidades de la plantilla e intentar completarla con algún movimiento en la agencia libre y el draft. Hay agentes libres que habría que intentar conservar (y hablaremos de ello más adelante) y puede ser el momento de traer algún refuerzo, pero sin perder la cabeza.

Por delante queda mucho trabajo para configurar a fondo la plantilla y los esquemas ofensivos y defensivos. Después de un año horrible, si no se hacen mal las cosas durante esta offseason, se protege a Andrew Luck y se le deja que se desarrolle como debe, quizás el que viene sí tengamos opciones de llegar a algún lado.







Fotografía: Robert Scheer

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